En cada palabra
Pienso, pienso en todo lo que pienso. Veo un pensamiento que
se me multiplica entre los tiempos y entre los espacios que jamás pensé que volvería estar pensando.
Imagino que de tanto pensarlo es posible que tal vez alguien más lo haya
pensado; tal vez ese alguien seré yo mismo en otro yo, en otra parte, en otro
tiempo, nuevamente pensándolo y renovándolo a cada pensamiento. Oigo un
pensamiento que merodea, que carcome, que engulle todo lo que soy, que
recurrente se revela, se multiplica, se devora, se enmaraña, y se retuerce en
la dualidad de sus respuestas que tantas veces son preguntas. Me veo pensando
que pienso lo que pienso y descubro, después de tanto pensar, que he pensado
que pensando “el pensar” y todo esto que tanto pensé y pensaré empieza a
perder sentido. Pienso, pienso en todo lo que pienso; y que tal vez lo
pienso sólo porque al final presiento que alguien más ha pensado lo mismo que
ahora pensamos, porque en el fondo
también los piensas TÚ... Y entonces todo lo observo y todo lo escucho y pienso que me pienso pensándote y lo dejo.
…Siento, siento en todo lo que siento
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